23.1.13Ellos y Nosotros. III.- LOS CAPATACES.
Fuente: Enlace Zapatista
ELLOS Y NOSOTROS.
III.- Los Capataces.
En algún lugar de
México...
El señor golpea la
mesa, furioso.
- ¡Aniquílenlos!
- Señor, con todo respeto, llevamos más de 500
años intentándolo. Los sucesivos
imperios encumbrados lo han intentado con todo el poderío militar de la época
-.
- ¿Y por qué siguen ahí?
- Err... todavía lo estamos tratando de
entender - el lacayo mira con reproche al que tiene uniforme militar.
El aludido se
levanta y, en posición de firmes, extiende su brazo derecho al frente, con la
mano extendida, y grita con entusiasmo:
- ¡Heil...! perdón, quise decir, lo saludo, señor - Luego de dirigir una mirada amenazadora que
calla las risitas de los demás comensales, continúa:
- El problema, señor, es que esos herejes no
nos enfrentan donde somos fuertes, nos dan la vuelta, nos atacan en nuestras
debilidades. Si todo fuera cuestión de
plomo y fuego, bueno, pues hace tiempo que esas tierras, con sus bosques, agua,
minerales, gente, hubieran sido conquistadas y así usted hubiera podido
ofrecerlas en tributo al gran Mandón, señor.
Esos cobardes, en lugar de enfrentarse a nosotros sólo con sus heroicos
pechos desnudos, o con arcos, flechas y lanzas, y quedar como héroes
(derrotados sí, pero como héroes), se preparan, se organizan, se ponen de
acuerdo, nos dan la vuelta, se esconden cuando se quitan la máscara. Pero no estaríamos en esta situación si me
hubieran hecho caso cuando empezó todo -, y mira con reprobación al
comensal en cuyo letrero en la mesa se lee "chupa-cabras versión 8.8.1.3".
El comensal aludido,
sonríe mientras dice:
- General, con todo respeto, no teníamos una
bomba atómica. Y aunque pudimos haber
conseguido una de nuestros aliados (el comensal que tiene el letrero de
embajador agradece la mención), habríamos
conseguido aniquilar a todos los aborígenes, pero también habríamos destruido
los bosques y el agua, además de que los trabajos de exploración y explotación
de minerales serían imposibles por, digamos, varios siglos -.
Otro de los lacayos
interviene:
- Les ofrecimos que a su muerte habría
canciones y poemas alabando su sacrificio, corridos, películas, mesas redondas,
ensayos, libros, obras de teatro, estatuas, su nombre en letras doradas. Les dijimos que si se empeñaban en resistir y
seguir vivos, íbamos a sembrar rumores y dudas sobre por qué no han desaparecido,
por qué no han muerto, y que diríamos que eran creación nuestra, que íbamos a
llevar adelante una campaña de desprestigio tal que incluso contaría con el
apoyo de algunos intelectuales, artistas y periodistas progresistas - Los comensales aludidos hacen un gesto de
aprobación, aunque más de uno lo hace de desagrado por tantos "istas".
El señor interrumpe
impaciente:
- ¿Y?
- Nos contestaron con una señal así - (el
lacayo enseña la mano empuñada pero con el dedo medio levantado).
Los comensales se
revuelven indignados y claman:
- ¡Proles! ¡Nacos! ¡Groseros! ¡Plebeyos!
¡Barrio! -
El lacayo sigue con
la señal de la mano, mirando de frente al señor. Éste lo increpa:
- ¡Ya entendí!, ya puede bajar la mano.
El lacayo baja la
mano lentamente, mientras hace un guiño a los demás comensales. Después
continúa:
- El problema, señor, es que estas personas no
rinden culto a la muerte, sino a la vida.
Hemos intentado eliminar a sus líderes visibles, comprarlos, seducirlos.
- ¿Y entonces?
- Además de que no lo hemos conseguido, nos
hemos dado cuenta de que el problema mayor son los líderes invisibles.
- Ok, encuéntrenlos.
- Ya los encontramos, señor.
- ¿Y? -
- Son tod@s, señor.
- ¿Cómo que tod@s?
- Sí, todas, todos. Ése fue uno de los mensajes de lo que
hicieron el día del fin del mundo.
Logramos que no se manejara eso en los medios de comunicación, pero creo
que aquí podemos decirlo sin temor a que alguien más se dé cuenta. Usaron un código para que nosotros
entendiéramos: el que está arriba del templete es el jefe.
- ¡¿Qué?!
¿40 mil jefes y jefas?
- Err... señor, disculpe, ésos son los que
vimos, habría que agregar muchos más que no vimos.
- Cómprenlos entonces. Imagino que tenemos dinero suficiente -
agrega dirigiéndose al comensal con el letrero de "cajero no automático".
El llamado "cajero",
empieza a balbucear:
- Bueno, señor, tendríamos que vender algo del
Estado y ya casi no queda nada.
El lacayo
interrumpe:
- Señor, lo hemos intentado.
- ¿Y?
- No tienen precio.
- Entonces convénzanlos.
- No entienden lo que les decimos. Y a decir
verdad, nosotros tampoco entendemos lo que dicen ellos. Hablan de dignidad, de libertad, de justicia,
de democracia...
- Bueno, entonces hagamos como que no existen. Así morirán por hambre, enfermedades
curables, con un buen cerco informativo, nadie se percatará hasta que sea
demasiado tarde. Eso, matémosles de
olvido.
El comensal que se
asemeja sorprendentemente a un chupa-cabras hace un signo de
aprobación. El señor agradece el gesto.
- Ya, señor, pero hay un problema.
- ¿Cuál?
- Aunque los ignoremos, se empecinan en seguir
existiendo. Sin nuestras limosnas, perdón, quise decir sin nuestra ayuda,
construyeron escuelas, hicieron producir la tierra, levantaron clínicas y
hospitales, mejoraron sus viviendas y su alimentación, bajaron los índices de
delincuencia, acabaron con el alcoholismo.
Y, además de que prohibieron la producción, distribución y consumo de
narcóticos, elevaron su esperanza de vida y casi la igualaron con la de las
grandes ciudades.
- Ah, o sea que sigue siendo mayor en las
ciudades - el señor sonríe contento.
- No señor, cuando dije "casi" es
que la de ellos es superior. La esperanza
de vida en las ciudades se redujo gracias a la estrategia de su antecesor,
señor.
Todos voltean a ver
con burla y reprobación al personaje de corbata azul.
- ¿Quieres decir que esos rebeldes viven mejor
que los que se venden a nosotros?
- Completamente, señor. Pero de eso no hay que preocuparse, hemos
montado una campaña mediática ad hoc
para tapar eso.
- ¿Y?
- El problema es que ni ellos ni los nuestros
ven televisión, ni leen nuestra prensa, no tienen tuiter, ni feisbuc, ni
siquiera señal de celular. Ellos saben
que están mejor y los nuestros saben que están peor.
Se levanta la
comensal con el letrero de "izquierda moderna":
- Señor, si me permite. Con el nuevo programa
de Solid... perdón, quise decir con la Cruzada Nacional...
El lacayo la
interrumpe impaciente:
- Ya Chayo, no empieces con discursos para los
medios. Todos nosotros concordamos en
que el enemigo principal son esos malditos indios y no el otro innombrable. A ése lo tenemos bien infiltrado y acotado con
personeros del señor aquí presente.
El del letrero
"chupa cabras" asiente con satisfacción y recibe agradecido
las palmaditas que le dan los comensales cercanos.
El lacayo continúa:
- Pero tú y yo, y todos los que estamos aquí,
sabemos que todo eso de los programas sociales es una mentira, que no importa
cuánto dinero se invierta, al final del embudo no queda nada. Porque cada quien se lleva su tajada. Después del señor, con todo respeto, tú
agarras una buena parte, todos los aquí presentes también, luego los señores
gobernadores, los mandos de las zonas militares y navales, las legislaturas
locales, los presidentes municipales, los comisionados, los líderes, los
encargados, los cajeros, total, que para abajo ya queda muy poco, o nada .
El señor interviene:
- Pues hay que hacer algo ya, porque si no el
Mandón va a buscar a otros capataces y ustedes saben bien, damas y caballeros,
lo que eso significa: el desempleo, el escarnio, tal vez la cárcel o el exilio.
El personaje rotulado
"chupa cabras" se estremece y hace un gesto afirmativo.
- Y es urgente, porque si esos indios
pata-rajada... (la hija del señor hace una señal de asco, la señora se
siente súbitamente indispuesta y adquiere un color verde que olvídate de Linterna
ídem). La señora se retira argumentando
algo de un embarazo.
El señor sigue:
- Si esos pinches indios se unen entre sí,
estaremos en muy graves problemas porque...
- Ejem, ejem, señor - interrumpe el lacayo.
- ¿Si? -
- Me temo que hay un problema más grande, es
decir, peor, señor -.
- ¿Más grande?
¿Peor? ¿Qué puede ser peor que toda la indiada insurrecta? -
- Bueno, pues que se pongan de acuerdo con l@s
otr@s, señor -.
- ¿L@s Otr@s?
¿Quiénes son? -
- Mmh... deje veo... bueno, pues campesinos,
obreros, desempleados, jóvenes, estudiantes, maestros, empleados, mujeres,
hombres, ancianos, profesionistas, maricones y machorras, punketos, rastafaris,
skateros, raperos, hip-hoperos, rockeros, metaleros, choferes, colonos, ong´s,
ambulantes, bandas, razas, nacos, plebes...-
- ¡Basta!, ya entendí... creo.
Los lacayos se miran
entre sí con una sonrisa cómplice.
- ¿Dónde están los líderes que hemos
comprado? ¿Dónde los que hemos
convencido de que la solución de todo es volverse como nosotros?
- Cada vez les creen menos, señor. Cada vez controlan menos a su gente.
- ¡Busquen a quién comprar! ¡Ofrézcanles dinero, viajes, programas de
televisión, registros, diputaciones, senadurías, gobiernos! ¡Pero sobre todo dinero, mucho dinero!
- Lo estamos haciendo, señor, pero... - el
lacayo duda.
- ¿Y? - lo apremia el señor.
- Cada vez encontramos más... -
- ¡Magnífico!
¿Se necesita más dinero entonces?
- Señor, quiero decir que cada vez encontramos
más que no se venden.
- ¿El terror entonces?
- Señor, cada vez son más los que no nos tienen
miedo, o que si lo tienen, lo controlan.
- ¿El engaño?
- Señor, cada vez son más los que piensan por
sí mismos.
- ¡Hay que acabarlos a todos entonces!
- Señor, si desaparecemos a todos, también
desaparecemos nosotros. ¿Quién sembrará
la tierra, quién hará andar las máquinas, quién trabajará en los grandes
medios, quién nos atenderá, quién peleara nuestras guerras, quién nos alabará?
- Entonces hay que convencerlos de que
nosotros somos tan necesarios como ellos.
- Señor, además de que cada vez más gente se
está dando cuenta de que no somos necesarios, parece que el Mandón está dudando
de nuestra utilidad, y por "nuestra" me refiero a todos nosotros.
Los invitados a la
mesa del señor se revuelven incómodos en sus asientos.
- ¿Y entonces?
- Señor, mientras encontramos otra solución,
porque la del "Pacto" no sirvió para nada, y viendo que hay que
evitar la vergüenza de refugiarlo de nuevo en un cuarto de baño, hemos
adquirido algo más conveniente: ¡un "cuarto de pánico"!
Los comensales se
ponen de pie para aplaudir. Todos se
arremolinan alrededor de la máquina. El
señor entra y se pone frente a los controles.
El lacayo, nervioso,
advierte:
- Señor, sólo tenga cuidado de no oprimir el
botón de "eyección".
- ¿Éste?
- ¡Nooooooooooooooo!
Las maquillistas y
titiriteros corren a dar los primeros auxilios.
El lacayo se dirige
hacia uno de los camarógrafos que ha filmado todo:
- Tienes que borrar esa parte... Y dile al
Mandón que vaya preparando un muñeco de repuesto. A éste hay que estarlo "reseteando" a cada rato.
Los comensales se
arreglan la corbata, la falda, se peinan, tosen, buscando llamar la atención. Los clicks de las cámaras y la luz de
los flashes opacan todo...
(continuará...)
Desde cualquier rincón en cualquier mundo.
SupMarcos.
Planeta Tierra.
Enero del 2013.
Datos tomados del Informe #69 del Servicio de Inteligencia
Autónoma (SIA, por sus siglas en español) sobre lo escuchado y visto en una
reunión ultra-archi-recontra-hiper secreta, realizada en México, D.F. traspatio
de EU, latitud 19° 24´ N, longitud 99° 9´ W.
Fecha: hace unas horas.
Clasificación: sólo para sus ojos.
Recomendación: no hacer pública esta información porque nos van a
balconear. Nota: manden más pozol porque
el Elías ya se lo acabó al grito de "¡atásquense que hay lodo!", y
está bailando ska con la rola de Tijuana No, "Transgresores de
la Ley", en la versión de Nana Pancha. Sí, está chida la rola,
pero está cabreras entrarle al slam
porque el Elías trae botas mineras de punta de acero.
|
Tweet ENLACESlocalesmedios y radios libresOtr@s![]() ARCHIVOS![]() |