A 27 de Junio de 2008.
Al CCRI-CG del EZLN.
A la Junta de Buen Gobierno de la Zona Altos, con sede en Oventic, Chiapas.
A las y los adherentes de la Sexta Declaración de la Selva Lacandona.
A la Sezta Internacional.
A los Medios de Comunicación Alternativo.
A las Organizaciones de Derechos Humanos.
Compañeros y compañeras:
El Comité Contra la Represión de nuestra comunidad queremos informales y denunciar lo que ha estado pasando en nuestra comunidad, desde el día 18 de junio, cuando la Policía Estatal Preventiva entró a posesionar a más de 25 personas del supuesto ejido San José Cerro Grande I y quienes en esos momentos estaban encabezados por el Fiscal del Ministerio Público, Linberg Capito Juárez, Delegado de Gobierno y su secretario Rafael Méndez Coutiño todos de Venustiano Carranza, Chiapas.
El día 20 de Junio, aproximadamente las 11:00 de la mañana, un grupo de la policía que permanecen en nuestro predio quienes iban acompañados de tres personas civiles, realizaron un recorrido por las orillas de nuestra comunidad, llegando a la casa de don Ángel Gómez, por lo que nosotras las mujeres nos organizamos nuevamente para ir a preguntarles cuál es el motivo de su presencia, al vernos que íbamos por el camino rumbo a ellos, los policías se dieron cuenta y salieron corriendo. Cuando llegamos a la casa de don Ángel Gómez le preguntamos el motivo de la presencia de la PEP, contestándonos que no nos importaba y que si no nos retirábamos de su casa nos iba a buscar varios delitos y acusarnos ante el Ministerio Público, por lo que a nosotras las mujeres nos sorprendió la actitud de don Ángel Gómez, ya que desde siempre lo hemos respetado porque es nuestro vecino.
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Hoy que nuestras voces se encontraron en el 14° aniversario del Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, reconocimos que nuestro sufrimiento tiene un mismo origen que se remonta a la colonización española, que quiso de un tajo arrancar nuestras raíces. Las políticas etnocidas y la extirpación de idolatrías se empeñaron en sepultar nuestras lenguas y nuestra cultura para apoderarse de lo que siempre han querido los gobiernos, de explotar nuestros territorios y toda la riqueza biótica que hemos sabido conservar de manera responsable.
Compartimos una historia de ignominia y en lugar de que nuestras lenguas, nuestros pensamientos, nuestras formas de vida comunitaria y nuestros valores relacionados con una democracia participativa fueran incorporados al patrimonio nacional y de la misma humanidad, los gobiernos se han casado con el libre mercado para prostituir nuestras civilizaciones mesoamericanas. Como pueblos indígenas y campesinos nunca nos hemos propuesto destruir otras culturas o hacerle la guerra a otros pueblos, tampoco nos obsesionamos por conquistarlos e imponerles otros nombres y otros gobiernos, no tenemos el mínimo interés de convertir a nuestras creencias a otras poblaciones ni montarnos en el poder para lucrar con la riqueza de todos.
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