Leer en Enalce Zapatista
DE LA REFLEXIÓN CRÍTICA, INDIVIDU@S Y COLECTIV@S.
(Carta Segunda a Luis Villoro en el Intercambio Epistolar sobre Ética y Política)
Abril del 2011.
“Si en el cielo hay unanimidad, apartadme un lugar en el infierno”
(SupMarcos. Instrucciones para mi muerte II)
I.- LA PROSA DE LA CALAVERA.
Don Luis:
Salud y saludos maestro. Esperamos de veras que se encuentre mejor
de salud y que la palabra sea como esos remedios caseros que alivian
aunque nadie sabe cómo.
Cuando inicio estas líneas, el dolor y la rabia de Javier Sicilia
(lejano a la distancia pero cercano en ideales desde antaño) se hacen
eco que reverbera en nuestras montañas. Es de esperar y de esperanza
que su legendaria tenacidad, así como ahora convoca nuestra palabra y
acción, alcance a agrupar las rabias y dolores que se multiplican en
suelos mexicanos.
De Don Javier Sicilia recordamos sus críticas irreductibles pero
fraternas al sistema de educación autónoma en las comunidades indígenas
zapatistas y su terquedad al recordar periódicamente, al finalizar su
columna semanal en la revista mexicana PROCESO, el pendiente del
cumplimiento de los Acuerdos de San Andrés.
La tragedia colectiva de una guerra insensata, concretada en la
tragedia particular que lo hirió, ha colocado a Don Javier en una
situación difícil y delicada. Muchos son los dolores que esperan
encontrar eco y volumen en sus reclamos de justicia, y no son pocas las
inquietudes que esperan que su voz acuerpe, que no dirija, las ignoradas
voces de indignación.
Y también ocurre que en torno a su figura agigantada por el digno
dolor, acechen los buitres carroñeros de la política de arriba, para
quienes una muerte vale sólo si suma o resta en sus proyectos
individuales y de grupúsculos, aunque se escondan detrás de una
representatividad.
¿Un nuevo asesinato se hace visible? Pues entonces hay que ver
cómo afecta eso la pueril contabilidad electoral. Para allá arriba
importan las muertes si pueden incidir en la agenda electoral. Si no se
pueden capitalizar en encuestas y tendencias de preferencia electoral,
entonces vuelven a la lúgubre cuenta donde las muertes ya no importan,
aunque sean decenas de miles, porque vuelven a ser un asunto individual.
Ignoro, al momento de escribirle estas palabras, los pasos que
sigue ese dolor que convoca. Pero su reclamo de justicia, y todos los
que en él se sintetizan, merecen nuestro respeto y apoyo, aún con
nuestro pequeño ser y nuestras grandes limitaciones.
En el ir y venir de las noticias sobre ese suceso, se recuerda que
Don Javier Sicilia es poeta. Tal vez por eso su persistente dignidad.
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