5.1.08

Repudio al hostigamiento a zapatistas

Nuevamente Chiapas huele a guerra. Otra vez el sureste mexicano reclama una mirada, ¿cuántos volteamos a ver Chiapas varios años después del alzamiento de 1994 y ahora vemos de otra forma?
Los compañeros y compañeras zapatistas nos dieron lecciones de dignidad, “ejemplos pedagógicos” que inspiraron nuestras luchas y mostraron nuevas formas de hacer política y ver el mundo, hacerlo, construirlo, en la práctica.
Ahora se vive una de las agresiones más atroces, una embestida en contra de las comunidades zapatistas, una estrategia de guerra desatada en varios frente y niveles. No podemos quedarnos callados, cruzados de brazos esperando que otro Acteal o Acteales vistan de sangre el territorio indígena, no podemos esperar a que algo más grave suceda.
No podemos presenciar inmóviles esta guerra, mucho menos permitirla. Podemos buscar en nuestra desconfianza, en nuestra desmemoria, en nuestro desacuerdo, razones para evadir la realidad, evadir los ataques, las casas quemadas, los niños agredidos, las balas cobardes. Podemos encontrar razones para no mirar, para cerrar los ojos y esperar que el horror desaparezca, que no nos toque, que el dolor no nos encuentre responsables.
Todas las razones podrán convertirse en justificaciones, en explicaciones, pero no podremos ocultarnos de la dignidad y de su mirada, de su memoria, no podremos ocultar un silencio que por siempre sabremos que fue cómplice del fuego y de la sangre.
En el silencio la complicidad estará con quienes quieren ser los verdugos de las comunidades zapatistas, de los grupos paramilitares, como la Opddic; del gobierno del estado de Chiapas, en manos de Juan Sabines, que les da impunidad; del gobierno federal, en manos de Felipe Calderón, que los entrena, los protege y los alienta a llenarse de sangre inocente.
Francia: Yvon Le Bot, Trois Passant; Brasil: Frei Betto, escritor; Colombia: Amigos de la Paz en Colombia y en el Mundo; Cuba: Centro Memorial Dr. Martin Luther King Jr.; Paraguay: Telmo Carrillo, abogado; Argentina: Adolfo Pérez Esquivel (premio Nobel de la Paz), Alberto Bonnet (investigador del Conicet); México: María Eugenia Sánchez Díaz de Rivera, F.H. Eduardo Almeida Acosta, John Holloway, Eloína Peláez y 38 firmas más

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