13.6.07

El amor visto desde afuera. (Segunda parte de “El amor, sus modos y ni modos”)

EL AMOR VISTO DESDE AFUERA.
(Segunda parte de “EL AMOR, SUS MODOS Y NI MODOS”)

Junio del 2007.
Morelia, Michoacán.


CAPÍTULO II.- En el que se nos hace saber de las reflexiones que, sobre el amor y esas cosas, hace alguien que se parece extraordinariamente a un escarabajo; en el que el Viejo Antonio cuenta una historia sobre un amor absurdo e imposible; y el que termina con algunas otras miradas que, desde fuera, se asoman a los modos y ni modos del amor.

Por alguna extraña razón, que no conviene ahora tratar de desentrañar, en las montañas del sureste mexicano vive un ser singular y estrafalario. Ustedes podrán decirme que no sólo en el sureste mexicano, sino que en el mundo entero hay seres singulares y estrafalarios, y tendrán razón. Para no ir más lejos, en esta mesa cuadrada, y en el auditorio, abundan y redunda seres singulares y estrafalarios. Pero este ser al que me refiero es, en términos estrictamente científicos, un escarabajo. Es decir, usted puede tomar una de esas enciclopedias que son más difíciles de vender que los partidos políticos electorales (que tampoco es decir mucho) para ver una foto o dibujo de un escarabajo, y luego voltear a mirar a quien ahora le señalo en este retrato ilustrado de Domi y… vea… ¿Le sorprende? Sí, usted ve “algo” que tiene varios pares de manos o piernas, que tiene algo así como una cáscara de alguna fruta (“cacaté”, le dicen en Chiapas) en la cabeza, una tapa de frasco de medicina en una mano, un clip extendido en la otra, una ramita en otra una, algo parecido a una pipa en otra mano (sí, yo también ya perdí la cuenta del número de manos), un lustroso caparazón negro y una especie de cuerno en la cabeza que semeja al de los mitológicos unicornios. Si le digo que es un escarabajo, ¿duda usted de la enciclopedia o de la realidad?
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