5.6.06

Atenco y la tortura sexual

Lunes 5 de junio de 2006

Carlos Fazio

De manera paulatina, la información sobre la represión gubernamental en San Salvador Atenco fue desnudando los aspectos más horrendos del protofascismo mexicano. De la mano de una guerra antisubversiva que no se atreve a decir su nombre, irrumpió en México la tortura sexual; una doble tortura. Los testimonios de las presas políticas en el penal de Santiaguito, en el estado de México, no dejaron lugar a duda: revelaron que sus captores-violadores tuvieron un mismo patrón de conducta sádica y lasciva. Señalaron que fueron encapuchadas o les cubrieron la cara con su ropa; las desnudaron de manera violenta; las sometieron al peor trato verbal y a insultos sexistas ("putas", "perras", "hijas de la chingada", "pendejas"), mientras las golpeaban con saña en todo el cuerpo; tocaron sus genitales y ano con brutalidad; en muchos casos las penetraron con dedos y/u objetos, y en alguno con el pene; varias fueron obligadas a hacer sexo oral, en algún caso de manera tumultuaria; durante varias horas fueron sometidas a torturas física, sicológica y moral; las amenazaron de muerte; las mantuvieron incomunicadas y en estado de indefensión física y mental, y a todas se les negó asistencia médica y legal de su confianza, lo que aumentó su vulnerabilidad.
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